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Los pilares que acompaño en un proceso terapéutico

  • Foto del escritor: telescoagustina
    telescoagustina
  • 24 ago
  • 2 Min. de lectura

Cuando una persona inicia un proceso terapéutico conmigo, mi primer paso es abrir un espacio de escucha genuina. Escuchar es sostener, dar lugar a la historia de cada quien, a lo que trae, a lo que duele y también a lo que anhela.


Al mismo tiempo, hay ciertos aspectos de la vida cotidiana que considero fundamentales y que invito a observar con suavidad y curiosidad. Porque la salud mental no está separada de cómo habitamos el día a día, sino que se entrelaza con él.


Algunos de estos pilares son:


El descanso: la calidad del sueño nos habla de mucho más que de “estar cansados”. Dormir bien es darle al cuerpo y a la mente un espacio de reparación.


La alimentación: cómo nos nutrimos impacta en nuestra energía, en el ánimo y en la claridad mental. No se trata de dietas estrictas, sino de observar qué nos da bienestar real.


El movimiento: nuestro cuerpo necesita expresarse, liberar tensión, sentirse vivo. No es necesario entrenar duro; a veces caminar, estirarnos o bailar puede ser suficiente para reconectar.


Los vínculos: el entorno, la tribu, las personas con quienes compartimos el día a día son un sostén fundamental. El compartir nos nutre.


El diálogo interno: cómo nos hablamos a nosotros mismos puede ser la diferencia entre motivarnos o sabotearnos, entre tratarnos con ternura o con juicio constante.


La presencia: pequeñas prácticas para habitar el aquí y ahora, ya sea a través de la respiración, la atención plena o un ritual cotidiano, nos ayudan a enraizarnos y calmar la mente.

 

En terapia, vamos tejiendo juntos estas áreas, no como una lista rígida, sino como recordatorios amorosos para cuidar el cuerpo, la mente y el corazón. Porque cuando aprendemos a mirarnos de manera integral, también encontramos un mayor equilibrio y fuerza para transitar los desafíos de la vida.


Con amor, Agus.

 
 
 

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